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Patologías y tratamientos

Hipertensión arterial

Qué es

La hipertensión arterial es una enfermedad crónica caracterizada por el aumento sostenido de la presión que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. 

Esto puede deberse a un aumento del volumen de sangre circulante, una contracción aumentada del músculo arterial o un esfuerzo excesivo del corazón para bombear. Estas tres condiciones -volumen, resistencia y esfuerzo- suelen combinarse.

Aunque muchas veces no presenta síntomas, puede generar complicaciones graves si no se detecta y trata a tiempo. Medirse la presión regularmente -aunque uno se sienta bien- es la forma más simple de prevenir.

Valores de referencia

Se considera hipertensión cuando la presión se mantiene igual o por encima de 140/90 milímetros de mercurio (mmHg) de manera sostenida. El número superior (presión sistólica) representa la presión cuando el corazón late. El número inferior (presión diastólica) refleja la presión entre latidos, cuando el corazón está en reposo. 

Un valor aislado elevado no basta para el diagnóstico: se requieren dos o más mediciones en días diferentes.

En el caso de las mediciones domiciliarias, la referencia es ligeramente distinta: 135/85 por el llamado ‘fenómeno de guardapolvo blanco’: la tensión adicional, de estrés, que los pacientes suelen sentir en el consultorio.

 

Síntomas

La mayoría de las veces, la hipertensión arterial no suele presentar síntomas específicos; incluso cuando la presión alcanza niveles peligrosamente altos. En algunos casos, sin embargo, puede haber signos: 

  • Cansancio, resultado del esfuerzo adicional que realiza el corazón
  • Dolor de cabeza intenso
  • Dolor torácico
  • Confusión
  • Zumbido o ruido en los oídos
  • Palpitaciones o latidos irregulares
  • Cambios en la visión
  • Náuseas y vómitos
  • Dificultad para respirar
  • Sudoración excesiva

Estos síntomas no siempre aparecen, y la enfermedad puede pasar desapercibida durante años. Por eso es tan importante realizar controles periódicos, especialmente en personas con factores de riesgo.

 

Causas

Según las causas, la hipertensión se divide en dos grandes grupos:

  • Hipertensión primaria o esencial: representa el 90-95 % de los casos. No tiene una causa identificable única, pero se relaciona con factores como: 
  1. Antecedentes familiares de hipertensión 
  2. Alteraciones genéticas
  3. Envejecimiento (los vasos sanguíneos se debilitan con los años y pierden elasticidad)
  4. Alimentación con cantidad exagerada de sodio (sal) 
  5. Altos niveles de estrés 
  6. Sobrepeso u obesidad 
  7. Sedentarismo
  8. Tabaquismo 
  9. Consumo excesivo de alcohol
  10. Uso de anticonceptivos orales (especialmente en mujeres fumadoras)
  11. Diabetes
  • Hipertensión secundaria: representa el 5-10 % de los casos. Es consecuencia de otras enfermedades o condiciones médicas como, por ejemplo: 
  1. Utilización de ciertas sustancias alimenticias o medicamentosas
  2. Enfermedades de las glándulas suprarrenales
  3. Apneas del sueño
  4. Trastornos renales
  5. Acromegalia (es decir, cuando la glándula pituitaria produce un exceso de hormona del crecimiento) 

Factores de riesgo

Los factores de riesgo no son causas directas, pero aumentan significativamente la probabilidad de desarrollar hipertensión arterial a lo largo del tiempo. En muchos casos, pueden modificarse o controlarse para prevenir la enfermedad.

  • Antecedentes familiares de hipertensión
  • Más de 60 años
  • Estrés crónico
  • Ruido ambiental
  • Sobrepeso u obesidad
  • Vida sedentaria
  • Consumo de tabaco
  • Consumo elevado de alcohol
  • Uso de anticonceptivos orales
  • Alimentación rica en grasas saturadas y/o sal
  • Diabetes
  • Enfermedades renales u hormonales
  • Apnea del sueño

Complicaciones

Cuando no se controla, la hipertensión arterial puede provocar daños a largo plazo en las arterias y en órganos vitales como el corazón, el cerebro, los riñones y los ojos. Puede afectar la salud principalmente de las siguientes maneras:

  • Aumenta el grosor del músculo que recubre las paredes arteriales, lo que las vuelve más rígidas y estrechas.
  • Favorece la formación de coágulos que pueden bloquear el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro, provocando infartos o accidentes cerebrovasculares.
  • Obliga al corazón a trabajar con más intensidad, lo que engrosa sus paredes y aumenta su tamaño. Con el tiempo, esto lo debilita y puede llevar a una falla cardíaca.
  • Daña las arterias que irrigan los riñones, y este daño puede conducir al requerimiento de diálisis.
  • Puede romper los pequeños vasos de la retina, sobre todo en personas con diabetes, provocando una retinopatía que puede llevar a la pérdida de visión.
  • El impacto sobre las arterias del cerebro es el más frecuente, siendo la principal causa de accidente cerebrovascular (ACV).

En mujeres jóvenes, la hipertensión no tratada es una de las principales causas evitables de demencia. Detectarla y controlarla antes de la menopausia reduce significativamente ese riesgo.

Cuándo consultar al médico

Se recomienda controlar la presión arterial desde la infancia. Los adultos mayores de 18 años deben hacerse revisar de manera rutinaria, en especial a partir de los 35, que es cuando las arterias comienzan a mostrar signos de envejecimiento, incluso en personas sanas. En ese momento, suele detectarse un aumento en la “edad vascular”, debido a la pérdida progresiva de elasticidad en las paredes arteriales. Si ya hay diagnóstico de hipertensión, los controles médicos deben realizarse -por lo menos- cada cuatro meses.

 

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en una medición correcta de la presión arterial y una evaluación integral del paciente: no solo qué valores tiene, sino en qué contexto se dan. Esto permite estimar el riesgo cardiovascular y planificar el tratamiento adecuado.

En el Centro de Hipertensión del Hospital Universitario Austral se realizan estudios bioquímicos, evaluación de la función renal, estudios de mecánica vascular, rigidez arterial, daño por aterosclerosis y monitoreo ambulatorio de 24 horas. También se analizan causas secundarias y se detecta daño en órganos como corazón, riñones, cerebro o retina.

Clasificación por etapas

Una vez confirmado el diagnóstico, la hipertensión puede clasificarse según el nivel de elevación de la presión arterial para orientar las mejores decisiones clínicas y el seguimiento. Esta clasificación permite evaluar la gravedad del cuadro y establecer estrategias adecuadas para su control.

  • Etapa 1: presión sistólica entre 140–159 mmHg y/o diastólica entre 90–99 mmHg
  • Etapa 2: presión sistólica igual o mayor a 160 mmHg, y/o diastólica igual o mayor a 100 mmHg

Tratamiento

Desde el diagnóstico de hipertensión arterial, se recomienda llevar un estilo de vida saludable; esto incluye:

  • Controlar el peso, si hay sobrepeso
  • Realizar actividad física regular
  • Reducir el consumo de sal
  • Adoptar la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension, por sus siglas en inglés), rica en magnesio y potasio, diseñada para reducir la presión arterial alta
  • No beber alcohol en exceso
  • No fumar
  • Controlar el estrés
  • Tratar la diabetes, el colesterol elevado y la apnea del sueño, si existen  

Al mismo tiempo que se realiza el diagnóstico y se recomiendan los cambios de estilo de vida saludable, habitualmente se indica tratamiento farmacológico. Algunos de los medicamentos más utilizados son:

  • Diuréticos: ayudan a eliminar agua y sodio del organismo
  • Inhibidores de la ECA: bloquean una enzima involucrada en el mecanismo que eleva la presión
  • Betabloqueantes, bloqueantes cálcicos y vasodilatadores: relajan el corazón y los vasos sanguíneos

La mayoría de las veces, la presión arterial alta se puede controlar con medicamentos y cambios en el estilo de vida. 

Cómo tomarse correctamente la presión arterial

Medirse la presión en casa es una herramienta clave para el control y seguimiento, especialmente en personas con valores límite o que ya reciben tratamiento. Pero muchas veces esta medición se realiza de forma incorrecta. Para obtener valores confiables, es importante tener en cuenta estas recomendaciones:

Antes de la medición:

  • Esperar al menos 30 minutos si se consumió café, alcohol, bebidas energizantes o si se fumó
  • Evitar haber hecho ejercicio intenso o estar con dolor en el momento de la medición
  • Vaciar la vejiga previamente
  • Permanecer sentado en un lugar tranquilo durante 3 a 5 minutos antes de comenzar

Durante la medición:

  • Utilizar un tensiómetro de brazo  validado (preferentemente automático) 
  • Colocar el manguito directamente sobre la piel (no sobre la ropa), a unos dos centímetros encima del pliegue del codo
  • El brazalete debe tener el tamaño adecuado para el brazo. Si es demasiado pequeño, puede sobrestimar la presión; si es muy grande, subestimarla
  • Sentarse con la espalda apoyada, sin cruzar las piernas, los pies planos en el suelo y la cola bien apoyada en el asiento
  • Apoyar el brazo a la altura del corazón, relajado, con la palma hacia abajo.
  • No hablar ni mascar chicle durante la medición

Cuántas veces tomarse la presión:

  • Realizar al menos dos mediciones consecutivas con un pequeño intervalo entre ambas
  • Si hay más de 10 mm Hg de diferencia entre las dos, hacer una tercera y promediar las dos últimas
  • En caso de monitoreo domiciliario, se recomienda hacer dos tomas por la mañana y dos por la noche -antes del desayuno y antes de la cena, previo a tomar fármacos-, durante al menos 4 a 7 días, y registrar todos los valores con fecha y hora

Controlarse en casa regularmente no reemplaza la consulta médica, pero ayuda a detectar alteraciones a tiempo y a ajustar mejor el tratamiento.

Líneas de investigación actuales

En los últimos años, la investigación sobre hipertensión arterial avanzó significativamente, tanto en su tratamiento como en la comprensión de sus causas. Hoy se sabe, por ejemplo, que existen más de 1000 genes vinculados al mal control de la presión arterial, lo que refuerza la importancia de los estudios genéticos y de la medicina personalizada.

También se continúa investigando el impacto del estrés crónico y del ruido ambiental en el aumento de la presión, así como la influencia del sedentarismo, la obesidad y otras condiciones metabólicas, por mencionar algunas líneas de estudio en danza que permiten comprender mejor el origen multifactorial de la enfermedad y desarrollar estrategias más eficaces de prevención, diagnóstico temprano y tratamiento individualizado.

Prevalencia

Según la Organización Mundial de la Salud, casi la mitad de las personas adultas con hipertensión desconoce su condición, y solo una de cada cinco tiene la presión arterial bajo control. 

En Argentina, se estima que una de cada tres personas adultas sufre hipertensión arterial, una afección que puede derivar en consecuencias graves si no se trata a tiempo: infarto, accidente cerebrovascular, daño renal o deterioro cognitivo, entre otras.

En el Hospital Universitario Austral

El Hospital Universitario Austral cuenta con un Centro de Hipertensión Arterial que aborda la enfermedad desde una perspectiva integral. Se realizan estudios clínicos y bioquímicos, evaluación del riesgo cardiovascular, mediciones ambulatorias y análisis de la rigidez de las arterias. También se identifican causas secundarias y se detecta el daño que la presión alta puede generar en órganos clave como el corazón, los riñones, el cerebro y la retina.

Cada tratamiento se adapta a las características del paciente y se acompaña de un seguimiento continuo, educación para el autocuidado y estrategias concretas para mejorar el control de la presión. El equipo trabaja de manera interdisciplinaria, con foco en la prevención y en una mejora sostenida de la calidad de vida.

¿Necesitás controlarte la presión o hacer una consulta especializada? Solicitá un turno en el Centro de Hipertensión Arterial del Hospital Universitario Austral.

Información elaborada por el Hospital Universitario Austral.

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